jueves, 29 de mayo de 2008


El vive un par de calles más allá. La primera vez que nos cruzamos se paró descaradamente para mirarme e incluso cuando seguí adelante noté que seguía mirándome.

Fue tan descarado que quizá por eso en la segunda ocasión se hizo el loco.

No lo sabe, pero lo tengo un poco controlado. Le he pillado más o menos sus horarios. Me parece que debe vivir tan solo como yo, porque nunca lo he visto con nadie.

Hoy nos hemos vuelto a cruzar. Y esta vez he sido yo el que claramente se ha detenido. Quería que mirase que lo miraba… ¿y si se dejara acariciar el alma?

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